[14/10/2018] Cuando José H., de 49 años, contrató una hipoteca con su banco de siempre, le ofrecieron una tarjeta de crédito que era todo ventajas: sin cuota anual, con posibilidad de pagar mes a mes cantidades pequeñas o grandes según sus posibilidades... Después abrió otra cuenta, y también vino acompañada de una tarjeta de crédito de pago aplazado, conocida en el sector como revolving. Como viajaba mucho a Barcelona, en su oficina le propusieron otra, vinculada a una aerolínea, que le haría descuento. “Casi me junté con una baraja española pero de crédito”, ironiza José, que pide anonimato porque sigue siendo cliente de la misma oficina de una ciudad asturiana del mismo banco, Caixabank, pese a haberle ganado tres juicios, uno por tarjeta.
Fuente y más información https://elpais.com/economia/2018/10/12/actualidad/1539369425_081351.html
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